ALCIDES PAREJAS MORENO

 

Nací un 28 de octubre de 1944, en Portachuelo, en una casita sencilla en la esquina de la plaza. Solo viví allí hasta los dos años, porque mis padres decidieron trasladarse a Santa Cruz de la Sierra. Desde entonces, esta ciudad no ha sido solo el lugar donde crecí, sino la tierra que amo, cuido y defiendo con cada palabra que escribo y cada paso que doy. Santa Cruz es, simplemente, mi casa.

Mi amor por esta tierra viene de mis padres. Mi padre, Alcides Parejas Rivero, fue profesor de Educación Física y comerciante, y durante más de medio siglo fue el alma de la librería "5 hermanos Parejas". Allí, entre libros y papeles, tuve mi primer rincón privilegiado de lectura. Mi madre, Delfina Moreno Parada, fue ama de casa y comerciante, una mujer trabajadora y cálida, que incluso dictaba clases de cocina. Gracias a ella y con mi ayuda, nació el libro de recetas Doña Piedades, que se convirtió, para mi sorpresa, en todo un best seller en Bolivia.

Fui buen estudiante. Hice mi primaria en la escuela Obispo Santistevan y la secundaria en el colegio La Salle. Siempre sentí afinidad por las artes y la espiritualidad, incluso pensé en ser sacerdote. A los 14 años, me fui a Estados Unidos como estudiante de intercambio; era algo poco común en esos tiempos. Allá conocí la nieve… y el idioma inglés. De vuelta, mis padres hicieron un gran esfuerzo para enviarme al extranjero a seguir estudiando. Primero pasé por Córdoba, Argentina, donde me inscribí en Ingeniería Civil, pero pronto supe que ese no era mi camino. El destino me llevó a España, a Pamplona, y gracias al doctor Alberto Seleme descubrí mi verdadera vocación: la historia y las humanidades.

Viví diez años en España, donde no solo obtuve mi doctorado en Filosofía y Letras, con especialidad en Historia de América, sino que también me formé en el arte y la cultura. Iba al teatro, al cine, a conciertos, a donde fuera que la sensibilidad tuviera una cita. Y, por supuesto, me acerqué profundamente a la fe, al Opus Dei, y conocí personalmente a San Josemaría Escrivá. Fueron años de aprendizaje intelectual, artístico y espiritual. Pensé de nuevo en el sacerdocio, pero la vida —y Dios— me guiaron hacia otro tipo de servicio.

Cuando regresé a Bolivia, me establecí en La Paz, donde logré abrirme paso en la UMSA. Fui catedrático, Director de Extensión Cultural, Director de la Carrera de Historia y, finalmente, Secretario General. Desde esos espacios, me di cuenta de que el Oriente boliviano estaba ausente de los textos escolares, así que escribí Historia del Hombre, una serie que hoy, medio siglo después, sigue siendo parte esencial de la formación en los colegios.

En La Paz también conocí a Carola Muñoz Reyes, la mujer de mi vida. Me casé con ella en 1973. Y en 1979, ya con dos hijas, partimos a Japón gracias a una beca para investigar la migración japonesa en Bolivia. Ese viaje fue inolvidable: conocimos Asia, Europa y hasta compartimos una velada con Jorge Luis Borges.

En 1980, con la UMSA cerrada por razones políticas, regresamos a Santa Cruz. Me uní a la empresa familiar y criamos seis hijos. Pero nunca me alejé de la cultura: di clases en colegios como el Alemán y el Franco, fui parte del directorio de la Casa de la Cultura y organizamos festivales como el “Sombrero 'e Saó”. Sin embargo, uno de mis mayores orgullos fue lograr que las misiones jesuíticas de Chiquitos sean reconocidas por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad. ¡Un sueño hecho realidad!

Ese reconocimiento fue solo el comienzo. Junto a grandes personas creamos el Festival de Música Renacentista y Barroca Americana "Misiones de Chiquitos" y luego el Festival Internacional de Teatro "Santa Cruz de la Sierra", que aún hoy son los eventos culturales más importantes del país. Durante diez años presidí APAC y fue un privilegio servir desde la gestión cultural.

A lo largo del camino, también me convertí en escritor. Mis novelas, inspiradas en Santa Cruz, se volvieron inesperadamente populares entre adolescentes. La Francesita, por ejemplo, llegó al teatro y cruzó fronteras. Escribo con la emoción de quien recuerda su niñez entre calles polvorientas, suspiros de amor y aroma a tajibo florecido. Escribo para que nuestra identidad se abrace, se celebre y se preserve.

He recibido muchos reconocimientos —Hijo Predilecto de Santa Cruz, Premios Nacionales, Honoris Causa— pero más allá de los diplomas, mi mayor legado es ese amor por mi tierra que quiero contagiar con cada historia.

Como suelo decir: "Primero Santa Cruz". Porque para amar al resto, primero hay que amar lo que es de uno.

Ese ha sido siempre mi camino: contar lo nuestro, defender lo nuestro, amar lo nuestro.


Romiari reta/ Parlasiñani/ Parlakuy

Comments


  1. Qué inspiradora la vida de Alcides Parejas Moreno. Leer su historia es recordar lo valioso que es amar nuestras raíces y trabajar por nuestra cultura.

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