ARNOLDO OSINAGA TERAN

 

Mi vida, mi lucha, mi vocación

Nací en Vallegrande, ese rincón lleno de historia y coraje, que siempre llevó en sus entrañas la semilla de la esperanza. Desde muy joven supe que mi camino estaba marcado por la búsqueda del pensamiento profundo, del sentido, de la justicia. Por eso, elegí estudiar Filosofía y Psicología en la Escuela Superior de Formación de Maestros “Simón Bolívar” en La Paz, donde fui formado no solo en el saber, sino también en el compromiso con el pueblo.

Luego de cumplir mis años de servicio en provincia, en 1983 ingresé a la Escuela Superior de Formación de Maestros “Enrique Finot”, institución que se convertiría en mi segundo hogar, mi trinchera, mi comunidad de lucha y de sueños. Fue allí, en 1985, junto a la inolvidable profesora Sarah Ribera, que dimos vida a la especialidad de Filosofía y Psicología, abriendo un espacio para el pensamiento crítico en la formación docente.

Durante muchos años tuve el honor de impartir la cátedra de “Historia de la Filosofía”, y cada clase era para mí un acto de pasión, de entrega total. No enseñaba solo ideas, enseñaba también a soñar, a cuestionar, a construir. Fui parte activa del movimiento magisterial, asumiendo la Secretaría Ejecutiva de la FDTEUSC entre 1996 y 1998, y más adelante, de la CTEUB entre 2005 y 2007. Cada paso en esos espacios fue un acto de lucha colectiva por una educación más justa, más crítica, más humana.

Con el proceso de institucionalización, tuve el privilegio de ser designado como Director General de la ESFM “Enrique Finot” entre 2008 y 2011. Fue en ese periodo que contribuí con orgullo a la creación de la Unidad Académica Vallegrande, en 2010, como un gesto de amor a mi tierra natal. Seguí ejerciendo la cátedra hasta el año 2018, siempre con la misma convicción, con la misma llama encendida en el alma.

Me tocó escribir libros, artículos científicos, compartir ideas y debatir con colegas y estudiantes. Pero más que eso, me sentí forjador de generaciones, sembrador de pensamiento, caminante de un sueño colectivo.

El 16 de mayo de 2020, en la capital, partí físicamente, pero sé que muchas de mis palabras, mis gestos, mis enseñanzas, siguen vivas en quienes compartieron este camino conmigo. Algunos de mis estudiantes se convirtieron en colegas, otros en líderes, en constructores de justicia social. Eso es lo que me llevo: la certeza de haber vivido con pasión, con ideales firmes, con amor por la docencia y por la humanidad.

Hasta siempre, compañeros y compañeras. Sigamos soñando, sigamos luchando, sigamos enseñando… por un mundo mejor, por una justicia social que florezca desde las aulas, desde el pensamiento, desde el corazón.

Con todo mi amor y esperanza,
 José Arnoldo Osinaga Terán – "El Choco"


Romiari reta/ Parlasiñani/ Parlakuy

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