Yo soy Carlos Montenegro, nacido en la
siempre combativa Cochabamba. Desde muy joven, las letras me atraparon,
especialmente a través de las páginas de Arte
y Trabajo, donde mis crónicas, ensayos y editoriales ya dejaban entrever
ese espíritu inquieto que me acompañaría toda la vida.
Mi pluma nunca rehuyó la crítica.
Recuerdo bien la polémica que desató un escrito firmado bajo el seudónimo de
Juan Pérez. Mis ideas socialistas, por lo visto, no congeniaban con los dogmas
de la Iglesia Católica, y la excomunión fue la contundente respuesta. Una señal
temprana de que mi camino no seguiría los senderos trillados.
Aunque aborrecía las armas, sentí el
llamado de la patria en la Guerra del Chaco en 1932. Para mí, esa contienda, a
pesar de su horror, era parte de un proceso justo y necesario para Bolivia. De
esa experiencia surgió una célula socialista revolucionaria que, en 1936, se
transformaría en el Partido Socialista. Participé activamente en esos golpes de
estado que marcaron la era del "socialismo militar", incluyendo el
golpe del pacífico y el decreto de caducidad de la concesión de la Standard
Oil. Siempre defendí la nacionalización de esa compañía petrolera durante mi
colaboración en los gobiernos de Toro y Busch.
Mi vida estuvo dedicada a la causa de la
revolución boliviana. Mis ideas socialistas resonaron en semanarios como Busch y La Calle. Aunque desde Washington nos tildaron de
"fascistas", nuestras posiciones eran claramente antifranquistas y
pro republicanas en relación con la Guerra Civil Española.
En 1942, fundé el Movimiento Nacional
Republicano (MNR). A través de él, elaboré una línea programática y política
que marcaría el destino de nuestra nación durante décadas. Pero, a pesar de las
etiquetas, nunca me adherí al marxismo ortodoxo. Mi objetivo era sentar bases
ideológicas y antiimperialistas que favorecieran los intereses genuinos de los
bolivianos.
Mi obra Nacionalismo y Coloniaje, publicada en 1943, es quizás mi legado
más importante. En sus páginas vertí mi visión sobre el destino de Bolivia, recorriendo
nuestra historia desde la fundación hasta el presente, cimentando la necesidad
de una revolución que unificara a nuestro pueblo. Otras obras como Caducidad de las concesiones mineras, Biografía de Spruille Braden, La hora cero del capitalismo y Las inversiones extranjeras en América
Latina también reflejan mi compromiso con la comprensión de nuestra
realidad y la defensa de nuestra soberanía. Mi vida fue una lucha constante por
una Bolivia dueña de su destino.
Romiari reta/ Parlasiñani/ Parlakuy
Comments
Post a Comment