Me llamo Domitila Barrios Cuenca.
Nací el 7 de mayo de 1937 en Pulacayo, Potosí , al fondo de Bolivia, donde la tierra no da descanso y el estaño se arranca con sangre. Crecí entre el polvo de la mina y la lucha por sobrevivir. Perdí a mi madre antes de los diez años y desde entonces fui madre de mis hermanas. Después, madre de once hijos, de los cuales me quedaron siete. La vida nunca fue fácil, pero yo no vine a quejarme: vine a pelear .
Fui palliri, recogía minerales entre los desmontes para que mi familia comiera. Pero también aprendí que la vida del minero no cambia si no se organiza . Así llegué, sin planearlo, al Comité de Amas de Casa del Siglo XX , ese grupo de mujeres valientes que enfrentamos dictaduras y abusos con la olla, la voz y el cuerpo.
Yo no soy feminista de escritorio. Aprende la lucha desde el piso, desde la cárcel, desde la tortura. Mi hijo murió en mi vientre por culpa de los golpes de los militares , y yo sigo. Viví la masacre de San Juan , vi morir a compañeros, y supe que el miedo no podía seguir dominándonos. Como dije una vez en una asamblea:
“Nuestro enemigo principal es el miedo, y lo llevamos dentro.”
En 1975 habló en México , en el Año Internacional de la Mujer. Allí les dije a las señoras bien vestidas del Norte que nuestra lucha no era contra el hombre, sino contra un sistema que nos explota a todos . Que sin educación política, la alfabetización se queda corta. Que no podemos hablar de democracia mientras la mujer esté condenada al silencio.
Fui exiliada, perseguida, empobrecida. Pero nunca se rindió . Fundé la Escuela Móvil de Formación Política y Sindical , convencida de que la conciencia no se hereda, se cultiva . Y si no enseñamos a los nuestros a luchar con ideas, nos seguirán gobernando los mismos de siempre con promesas vacías.
Mis libros, Si me permiten hablar y Aquí también Domitila , no son literatura. Son testimonios de resistencia , de una mujer del pueblo que no quiso llamar, que quiso educar, que no pidió permiso para hablar de justicia.
Morí el 13 de marzo de 2012 , pero mi voz no se fue . Mientras haya una mujer valiente, mientras haya un pueblo que se levanta, ahí estará. En la lucha. Sin miedo.
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