Nací un 28 de febrero de 1879, en la ciudad de La Paz, bajo el cielo altiplánico y con el rugido de los nevados como música de fondo. Desde muy joven, supe que el pensamiento y la palabra serían mis armas. Estudié leyes, sí, ya los 19 ya era abogado, pero mi alma pertenecía a la poesía, a la filosofía, a la política y, sobre todo, a la educación .
Mi obsesión —si puedo llamarla así— fue siempre el alma de Bolivia . ¿Cómo formar un carácter propio? ¿Cómo dejar de ser eco para convertirnos en voz? Fue eso lo que me impulsó a escribir Creación de la pedagogía nacional . No se trataba de importar métodos, sino de despertar una conciencia viva, genuina, boliviana . Para mí, educar era crear, no imitar. Era mirar al indio, al mestizo, al criollo, y pensar en su alma, en su ritmo, en su dolor… y desde allí construir una pedagogía.
Fui también periodista y político, no por ambición, sino porque sentí que la palabra debía tener consecuencias. Fundé partidos, escribí artículos combativos, fundé El Hombre Libre y El Fígaro , y hasta fui elegido presidente en tiempos difíciles, aunque nunca llegué a asumir el mando por azares de la historia.
En las letras, fui un modernista de hueso y nervio. Escribí odas, proverbios, tragedias líricas. El idioma era mi hogar, y el griego, el latín, el francés y el quechua me ayudaron a mirar el mundo desde muchas alturas. Me gustaba pensar que la poesía era el idioma de los dioses, y la pedagogía, el arte de formar a los hombres .
Hoy, me honra saber que el 28 de febrero es el Día de la Literatura Paceña. No por mí, sino porque la literatura tiene, al fin, un lugar entre nosotros.
Romiari reta/ Parlasiñani/ Parlakuy
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