JAIME MENDOZA GONZALES


 

Soy Jaime Mendoza Gonzales.
 Nací en Sucre el 25 de julio de 1874. No elegí la medicina por vocación divina, sino porque en mi tiempo solo podías ser abogado, cura o médico. Opté por el bisturí y la ciencia, pero nunca dejé de lado la palabra, ni el compromiso con la realidad del país.

Me gradué en 1901 con una tesis sobre la tuberculosis en Sucre. Fui médico en minas como Llallagua y más tarde en el infierno verde del Acre, donde la guerra con Brasil me encontró atendiendo a soldados y siringueros. Allí también nació mi impulso literario: escribí Páginas bárbaras y El toque de silencio, recogiendo la crudeza de esa vida.

En 1902, la tragedia me golpeó: mi madre fue asesinada por indígenas de Yanani. Esa herida me marcó y empujó hacia la guerra. Pero no me convertí en soldado por gloria, sino por desesperación.

Volví a Llallagua en 1905. Pude elegir otro destino, pero regresé al polvo y al sufrimiento de los mineros. Allí me quedé diez años, luchando desde la medicina y la palabra. Viajé a Chile, Francia, Alemania, Inglaterra. Aprendí lo que pude para traerlo de vuelta a Bolivia.

En 1911 publiqué En las tierras del Potosí. Era mi grito literario, mi retrato de la miseria minera. No fue el único. También escribí Los estudiantes, El desertor, Los héroes anónimos, entre otros. Quería mostrar al país tal como era, sin máscaras.

Fui profesor universitario, enseñé patología, psiquiatría y medicina legal. Escribí ensayos como El trípode psíquico y Estudios Psiquiátricos. Pero mi lucha más persistente fue por los niños y los obreros. Desde artículos en revistas hasta proyectos de ley, nunca dejé de denunciar su abandono.

Fundé periódicos como Nuevas Rutas y La República. Usé el periodismo como arma para pensar el país. Planteé una visión de Bolivia orientada al Atlántico, no al Pacífico. Hablé de integración territorial, de la geografía como clave de nuestra identidad. Escribí El factor geográfico en la nacionalidad boliviana, El Mar del Sur, La Ruta Atlántica, El Macizo Boliviano… porque sabía que sin entender nuestra tierra, no entenderíamos nuestro destino.

También escribí historia: La Universidad de Charcas y la idea revolucionaria, La creación de una nacionalidad, Ayacucho y el Alto Perú. Siempre quise unir el pasado con el porvenir.

En 1930, la universidad me nombró rector. Más tarde, el pueblo me eligió senador. Llevé mis ideas al Parlamento, intentando convertirlas en leyes, aunque sabía que la política rara vez escucha al pensamiento.

Cuando estalló la guerra con Paraguay, me opuse. Fui una de las pocas voces que advirtió que no estábamos preparados. No por cobardía, sino por lucidez. Aun así, fui al frente. A mis 58 años, dirigí hospitales en el Chaco. Seguí escribiendo, observando, denunciando.

En mis últimos años, publiqué El lago enigmático y Voces de antaño. En 1938, escribí sobre la hipocondría para unas jornadas neuropsiquiátricas. Fue lo último que dicté. Morí en enero de 1939, sin dejar de escribir, sin dejar de creer que Bolivia podía y debía ser otra.

Fui médico, escritor, periodista, historiador. Pero, por encima de todo, fui un boliviano con conciencia. Y eso, a veces, es más difícil que cualquier título.


¿Charlamos un rato?

Romiari reta/ Parlasiñani/ Parlakuy

Comments