Mi sed de conocimiento me llevó a las
leyes en la Universidad Mayor de San Simón, donde me gradué en 1925. Pero la
pluma no se detuvo en los códigos; la literatura también me llamaba, y El Paladín fue mi efímera pero querida
revista. El municipio de mi Cochabamba natal reconoció mi temprana labor
educativa con un viaje a Argentina, Uruguay y Chile, buscando aprender de sus
escuelas populares.
La Revolución Rusa, la URSS… un faro
potente para mi generación. Acepté con fervor la visión de Stalin, su
periodización de la revolución. Mis ojos siempre buscaron la guía de las
publicaciones soviéticas oficiales. Mi prestigio entre los estudiantes me valió
la invitación del presidente Siles a la comisión de reforma universitaria en
1927, e incluso un breve paso por la Subsecretaría de Fomento. Para 1929, ya
era profesor titular de Sociología en La Paz, un joven intelectual con la
misión de popularizar el marxismo en Bolivia, una tarea que abrazaría con pasión
toda mi vida.
Junto a mi primo Ricardo Anaya Arze,
impulsamos el Primer Congreso Nacional Estudiantil en 1928, donde nació la
Federación Universitaria de Bolivia (FUB), y fui honrado con su primera
presidencia. La declaración de principios que redactamos juntos fue un primer
intento, quizás torpe pero sincero, de interpretar la realidad boliviana a
través del lente del marxismo.
En 1929, mis seguidores y yo nos unimos
al pequeño Partido Comunista de Bolivia (PCB), y pronto asumí el liderazgo,
buscando el reconocimiento de la todopoderosa Internacional Comunista (IC). Mi
visión se expandía: propuse transformar las organizaciones comunistas andinas
en la Confederación de las Repúblicas Obreras del Pacífico (CROP), un partido
trifederal que uniera a Bolivia, Chile y Perú. Escribí con fervor el Estatuto y
Programa, que el PCB aprobó con entusiasmo. Viajé a Montevideo, presenté los
documentos a los representantes de la IC… y recibí un baldazo de agua fría. Fui
tildado de "aprista" y mi proyecto rechazado. A mi regreso, un agente
de la IC orquestó mi expulsión y la de mi grupo del PCB.
La Guerra del Chaco, esa contienda
fratricida, me encontró con una postura derrotista, lo que me obligó a huir del
país en 1932. En Perú, intenté sin éxito contactar nuevamente a la IC, buscando
una rehabilitación que nunca llegó.
Pude regresar a Bolivia en 1936, tras el
golpe militar-socialista. Fui invitado como asesor jurídico del nuevo
Ministerio de Trabajo. Allí propuse una idea audaz, un órgano estatal que
recordaba a los soviets: las Asambleas Nacionales Permanentes de las
Organizaciones Sindicales (ANPOS), que imaginaba reemplazando gradualmente al
parlamento tradicional. Pero mi visión no encajaba con los militares. En
septiembre de 1936, fui declarado fuera de la ley, buscando asilo en la
embajada mexicana y luego deportado a Chile, donde permanecí hasta que el
régimen militar-socialista cayó en 1940.
En Chile, viendo el ejemplo del
socialismo chileno, decidí forjar mi propio partido marxista, sin la bendición
de la IC. El giro de la Komintern hacia la política de Frente Popular me
impulsó a crear en Bolivia un partido marxista amplio, de masas, que llevara
adelante las consignas del Frente Popular. Así nació, en abril de 1939, el
Frente de la Izquierda Boliviana, una unión de toda la izquierda marxista. De
vuelta en Bolivia, convoqué en Oruro el Congreso de las Izquierdas, y el 26 de
julio de 1940, vio la luz el Partido de Izquierda Revolucionaria (PIR). En las
elecciones de ese mismo año, fui candidato a la presidencia por el PIR,
obteniendo un nada despreciable segundo lugar, con casi el 15% de los votos.
Ese mismo año, fundé el Instituto de
Sociología Boliviana, un centro para difundir el marxismo. Desde 1941, edité la
Revista del Instituto de Sociología
Boliviana, la primera revista sociológica de nuestro país, dedicada
principalmente a la divulgación de nuestras ideas.
Fui un soñador, quizás un utopista.
Llegué a proyectar una novela futurista sobre un mundo convertido en una gran
comunidad soviética llamada Panlandia, con una capital que bauticé Melsurbo, un
acrónimo de Marx, Engels, Lenin y Stalin. Incluso planeé traducirla al
esperanto, esa lengua artificial que imaginaba como el idioma de la humanidad
futura. También me interesó la eugenesia, ideas de mi tiempo.
En abril de 1941, fui invitado a dar
conferencias en Estados Unidos, donde permanecí dos años. A mi regreso en 1944,
el gobierno pro-nazi de Villarroel me persiguió. Fui víctima de un atentado ese
mismo año, recibiendo dos disparos en la espalda. Sobreviví a una operación en
el extranjero, pero las secuelas fueron la causa de mi muerte prematura en
1955, a los cincuenta y un años.
En 1946, participé en la sublevación
popular contra Villarroel, aliándome con partidos de derecha, supuestamente
antifascistas, siguiendo la táctica browderiana de alianzas con la burguesía
nacional. En 1949, fui presidente de la Cámara de Diputados. En las elecciones
de 1951, volví a ser candidato presidencial por el PIR, pero los resultados
fueron pobres. La alianza con la derecha oligárquica había desprestigiado al
partido, sellando su destino político. Tras la Revolución Nacional de 1952,
disolví el PIR. Formé parte de la Comisión de Reforma de la Educación. Morí en
mi querida Cochabamba el 23 de agosto de 1955. Mi vida fue una búsqueda
constante, un intento apasionado de transformar la realidad boliviana a través
de las ideas que creía justas.
Romiari reta/ Parlasiñani/ Parlakuy
👍 perfecto
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