Mi nombre de pila fue José Félix Reinaga Chavarría, pero cuando abracé la causa de mi pueblo, renací como Fausto Reinaga. Nací en marzo de 1906 , descendiente de una nación milenaria que fue llamada “Indio” para humillarla , y que yo reivindiqué con orgullo, con pensamiento y con fuego.
Me formé como abogado en 1936, pero antes que servidor de las leyes criollas, fui soldado de una verdad más grande: la verdad india . En 1944, como diputado en la Asamblea Constituyente de Villarroel, vi de cerca el corazón de un Estado que fingía escuchar, pero seguía negando.
Fui exiliado, viví en Buenos Aires, y recorrí el mundo. Hablé en Leipzig en 1957 ante los sindicatos del planeta, visité Rusia , y lo que encontré allí fue otra forma de colonialismo: un discurso de igualdad sin alma, sin raíces, sin tierra. Fue allí que confirmó lo que ya presentaba: ni el capitalismo, ni el comunismo salvarán a nuestros pueblos. Solo la revolución india.
Desde 1940 comencé a escribir. Mis palabras fueron lanzadas. De Mitaños y Yanaconas a Tamayo , de El indio y el cholaje boliviano a La Revolución India , de Tesis India a Poder Indio … mis libros no fueron teorías académicas, sino gritos sagrados, llamados a despertar.
En 1962 fundó el Partido de los Indios Aymaras y Quechuas (PIAK) . En 1977, la Comunidad India Mundial (CIM) . Y en 1980, el Congreso de Ollantaytambo . Cada paso, una piedra más en el camino hacia la liberación espiritual, cultural y política del Abya Yala , nuestra verdadera América.
Para mí, pensar era recordar , y recordar era resistir . No hablé por los indios, hablé como indio . Y no pedí permiso.
Morí el 19 de agosto de 1994 , pero no descansé. Porque las ideas no mueren.
Mi voz está en los cóndores, en los cerros, en los tambores que aún laten bajo la tierra.
Romiari reta/ Parlasiñani/ Parlakuy
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