Nací en la hermosa Cochabamba, un 28 de
agosto de 1921. Mi nombre es Lidia Gueiler Tejada. Mi vida profesional se
centró en la contaduría general, pero mi curiosidad y mi sed de comunicación me
llevaron a dominar varios idiomas: castellano, quechua, inglés y alemán fluían
de mis labios.
La historia de mi Bolivia me marcó
profundamente, y yo, a su vez, dejé mi huella en ella. Fui la primera mujer en
asumir la presidencia constitucional de nuestra nación, entre 1979 y 1980. Pero
ese hito fue la culminación de un largo camino recorrido en la política, tanto
en la Cámara de Diputados como en diversos escenarios sudamericanos.
Mi lucha política comenzó en la década
de 1940, donde mi voz se alzó en las luchas sindicales. Tras la Revolución
Nacional de 1952, fui asignada a la embajada de Bolivia en Alemania, llegando a
ser encargada de negocios. A mi retorno, ocupé el cargo de oficial mayor de la
Alcaldía de La Paz en 1955. En 1956, fui elegida diputada suplente por La Paz,
integrando el primer grupo de mujeres que logramos un escaño en el parlamento.
Participé activamente en la organización
del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR). Tras una serie de
acontecimientos, fui postulada como primera candidata a la Cámara de Diputados
por La Paz, y tuve el honor de ser la única mujer en ser elegida en esa
ocasión.
En 1979, Bolivia transitaba un difícil
proceso de reinstauración democrática. Tras las elecciones generales de 1978,
un golpe militar interrumpió el nuevo gobierno, buscando convocar a nuevas
elecciones. La presidencia recayó en el presidente del Congreso, Wálter
Guevara. Pero su gobierno fue efímero, truncado por el violento golpe del
general Natusch Busch en noviembre de 1979. Tras su caída, la presidencia recayó
en mi persona, como máxima autoridad de la Cámara de Diputados.
Mi mandato no fue sencillo. Tuve que
enfrentar graves problemas económicos y la violencia que se cernía sobre
diversos grupos sociales. Cuando se acercaban las elecciones de 1980, y ante
los crecientes peligros para la vida de muchos, Luis García Meza me derrocó
mediante un golpe de Estado.
Sin embargo, mi compromiso con la
política no terminó ahí. Fui designada embajadora y regresé al parlamento
boliviano hasta 1993. Luego, decidí retirarme permanentemente de la vida
política, hasta mi fallecimiento en 2011.
Mi vida puede resumirse en tres ámbitos
cruciales para la historia de Bolivia. Primero, mi rol activo en la vida
profesional y política, llegando a ocupar cargos en la diplomacia, el parlamento
y, finalmente, la presidencia. Segundo, mi participación en momentos clave de
nuestra historia, desde las luchas por los derechos de las mujeres previas a la
Revolución del 52 hasta la difícil transición democrática de fines de los 70. Y
tercero, mi papel como mujer abriendo camino en espacios donde la participación
femenina era escasa o nula, tanto en Bolivia como en América Latina.
Fui dirigente de organizaciones
femeninas, representé a mi país ante la Comisión Interamericana de Mujeres, y
tuve el honor de instituir el 11 de octubre como el Día de la Mujer Boliviana,
en conmemoración de la ilustre Adela Zamudio. Mi vida fue una lucha constante
por la democracia y por la plena participación de las mujeres en la
construcción de nuestra nación.
Romiari reta/ Parlasiñani/ Parlakuy
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