Soy
poeta, novelista, cuentista, profesora, madre, abuela... y, por si fuera poco,
también fui cantante de tangos y recitadora. ¿Quién
dijo que una vida no puede contener muchas? Las mías están escritas en mis
libros, sí, pero también en esas veladas artísticas que preparábamos con tanto
amor en mi juventud, cuando el arte era no solo un refugio, sino una forma de
celebrar la vida.
Una de mis novelas más entrañables es Noche de luciérnagas. ¿Sabes a quién
está dedicada? A mi nieta, Ana Carol. Cuando tenía apenas tres años me inundaba
de preguntas sobre la Navidad y el Niño Dios. ¡Quería verlo, tocarlo! Su
inocencia me conmovía, y su inteligencia, aún más. No podía entender cómo
alguien tan especial había nacido rodeado de animales. Así nació esa novela: recorriendo
con la memoria los paisajes de mi infancia, mis juegos, y las historias que
alguna vez soñé y viví.
En Los
anónimos, mi tercera novela, vuelco mi alma para hablar de esos pequeños
gigantes que son los niños. La crítica Anamaría Gamarra dijo que la historia
está llena de situaciones donde esos seres, "pequeños en apariencia",
enfrentan una vida dura, a veces injusta, pero siempre con una valentía
desbordante. Es una obra dedicada a ellos, que son el futuro aunque muchas
veces se les niegue el presente.
Mi
poesía nace de la emoción más pura. He dicho alguna
vez —y lo sostengo— que uno puede expresar todo lo que siente en apenas cuatro
líneas. Cuando algo me conmueve, sea una alegría o una tristeza, lo convierto
en poema, y entonces quedo feliz. Feliz de haber grabado mis sentimientos con
palabras que se aferran al papel como si fueran mariposas.
Escribí también sobre la mujer boliviana,
porque creo que nadie tiene derecho a disminuir su grandeza con palabras
groseras. Si en su vientre se forma el ser humano, entonces merece respeto,
alabanza, y sobre todo, poesía. Le pido a mi pueblo que no se olvide de ella,
que los poetas y escritores vuelvan a cantarle loas, como se hacía antes.
Porque ella ha sido siempre musa y
medicina.
Mis
libros son muchos, porque también lo son mis vidas.
Algunos de mis títulos más queridos son:
¿Un
dato curioso? En mis años mozos, además de escribir,
me gané muchos aplausos cantando tangos. Y sí, sé entonar uno que otro aún hoy,
si me lo piden con cariño.
He vivido más de un siglo, y aún me
emociona un buen poema, una pregunta honesta de un niño o el olor a tierra
mojada del Beni. He amado mucho, he
escrito más, y siempre he creído en el poder transformador de la palabra.
Romiari reta/ Parlasiñani/ Parlakuy
Demasiado texto
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