Mis años de formación superior los viví
en la ciudad de Sucre, capital del saber boliviano, donde me gradué como
abogado con honores. No fue una simple carrera: fue el principio de mi
consagración a la ley, a la educación y a la filosofía, con la convicción
profunda de que el conocimiento debe estar al servicio del bien común.
Mi vocación no me permitió conformarme
con la pasividad. Fui profesor universitario, Fiscal General de la República,
vocal de la Corte Suprema, Ministro de Hacienda, senador... pero más allá de
los cargos, me importó ser justo. Apliqué el Derecho con la serenidad del
pensamiento krausista, que me acompañó en cada dictamen, en cada ley que
promoví. Defendí la vida y la razón cuando el país se encontraba al borde del
abismo; así, cuando un levantamiento amenazó a Sucre, ordené disparar al aire.
No porque no se debiera actuar, sino porque no se debía matar inútilmente.
Mi viaje a Europa —donde estudié y
comparé nuestras leyes con las de otras naciones— me confirmó que el saber no
tiene fronteras, pero sí tiene compromisos. Traje libros, ideas y esperanzas. Y
enseñé. Y escribí. Y creí que la educación debía llegar a los más olvidados:
Lagunillas, Vallegrande, Samaipata, Santa Cruz... Porque toda patria grande
empieza en un niño que sabe leer.
Los años me llevaron, como a todos, a
declinar, pero no a rendirme. Dejo mi vida, mis libros y mis pensamientos como
semilla. Espero que quien los lea, los viva, no sólo los estudie.
Romiari reta/ Parlasiñani/ Parlakuy
"Salvatierra nos enseña que el saber no es privilegio, sino compromiso. Su vida es un llamado a educar con justicia y servir con pensamiento."
ReplyDeleteBueno 👌
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