Soy Marvin Sandi Espinoza.
Nací en Potosí en 1938, entre montañas que guardan silencios antiguos. Mi infancia transcurrió rodeada de arte: mi abuelo y mi padre fueron violinistas; mi madre, maestra de piano. Así, el sonido fue mi primera lengua, y la música, mi primer misterio.
Estudié piano en Buenos Aires , y allí también descubrí la filosofía. Entre sonidos y conceptos, comencé a buscar el alma de las cosas. En 1964 , partió hacia España , y un año después recibió una beca del Goethe Institut de Múnich . Aprendí alemán para leer a los grandes pensadores en su idioma. Luego vendrían el inglés, el francés, el italiano, el latino… no por orgullo, sino por hambre de sentido.
En 1962 , antes de establecerme en Europa, regresó a Bolivia para fundar, junto a amigos entrañables, el Colegio Libre de Estudios Superiores en mi amada ciudad de Potosí. Fue un acto de fe en el pensamiento y en la libertad intelectual.
Mi escritura es una mezcla de notas y conceptos. En filosofía, publiqué La finitud y otros ensayos , El ser y el trascender en el pensamiento de Francisco Romero , y Meditación del enigma . En música, compuse Preludios , Siciliana , Ritmos panteísticos y más. En todos, hay un mismo pulso: la búsqueda del enigma .
Decía que filosofar es escuchar la voz del misterio , y que la poesía no es ornamento: es sustancia. Nunca acepte las palabras “progreso” o “decadencia” sin ponerlas en tela de juicio. Para mí, esos conceptos son cortinas que impiden ver la verdad desnuda de la historia.
Sentí una profunda afinidad con Heidegger , aunque preferí caminar mi propio sendero. Creo que el verdadero pensar no nace en las universidades, sino en las grietas del alma. Soñé con borrar los límites entre América y Europa, para que algún día podamos hablar simplemente de Euroamérica , como un espacio de unidad y diálogo profundo.
Fallecí joven, en Madrid , en 1968. Pero me fui sabiendo que la música y el pensamiento, cuando son auténticos, no terminan con uno.
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