SILVIA RIVERA CUSICANQUI


Nací en La Paz un 9 de diciembre de 1949. Desde pequeña aprendí a vivir en medio de tensiones: entre la ciudad mestiza y los saberes indígenas, entre lo académico y lo comunitario, entre el castellano y la aimara que resonaba en los cerros. Y tal vez por eso, toda mi vida ha sido una búsqueda por comprender y habitar los bordes, los entre-lugares, las grietas donde nace el pensamiento vivo.

Soy socióloga, historiadora, pero sobre todo soy una mujer andina que ha elegido caminar al lado de los pueblos, escuchando, aprendiendo, desaprendiendo. A comienzos de los años 80, fundamos el Taller de Historia Oral Andina, el THOA, junto a estudiantes aymaras que no cabían en las estructuras coloniales de la universidad. Queríamos desobedecer los saberes hegemónicos, revalorizar la memoria hablada de los abuelos y las abuelas, y construir una historia desde abajo, tejida con voces, con rostros, con silencios que también dicen.

Mi trabajo intelectual ha estado siempre entrelazado con el activismo, con los movimientos indígenas, con la lucha cocalera, con las mujeres migrantes de El Alto, con los ayllus que resisten desde hace siglos. No he querido nunca ser una académica de escritorio; mi sociología es de la imagen, del cuerpo, de la tierra.

Y ahí nació una de mis nociones más queridas: lo ch'ixi . No como una teoría, sino como una experiencia. El ch'ixi es esa forma de ser que contiene tensiones sin resolverlas, que no busca síntesis, sino coexistencia. No somos mestizos diluidos, somos combinados vivas de contradicciones. Somos indias y no indias, coloniales y anticoloniales, modernas y ancestrales. Somos ch'ixi. Como esos tejidos andinos donde el rojo y el negro no se funden, pero coexisten, se rozan, se necesitan.

He escrito libros como Sociología de la imagen , Oprimidos pero no derrotados , Violencias (re)encubiertas , porque creo que escribir también es sembrar. Pero mi palabra más viva no está en los libros; está en las ferias, en los talleres, en los encuentros con comunidades. La palabra no se impone, se comparte.

A veces me han reconocido con premios, títulos, doctorados honoris causa. Y aunque los agradezco, para mí el verdadero honor es que una comunaria me diga: “Así era nomás, hermana, lo que vos has escrito yo lo he vivido”. Entonces entiendo que todo este andar ha valido la pena.

Soy Silvia, y sigo caminando. No por nostalgia, sino porque el pasado sigue latiendo en el presente. Porque la historia no está escrita, está en disputa.


¿Charlamos un rato?

Romiari reta/ Parlasiñani/ Parlakuy

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