SERGIO ANTELO GUTIERREZ


 Nací en una Santa Cruz que apenas sumaba unas cuantas decenas de miles de habitantes. Las calles eran de tierra, el río Piraí corría libre y bravo, y la ciudad aún no soñaba con los rascacielos. Pero desde entonces, ya se respiraba ese espíritu irreverente, esa identidad que no se dejaba moldear por el centro.

Me formé como arquitecto, pero lo mío siempre fue más que el concreto; fue la estructura del pensamiento, la arquitectura de las ideas. Desde temprano supe que este país no podía pensarse desde La Paz para abajo. Bolivia debía mirarse desde sus márgenes hacia el centro, desde lo plural hacia lo uno, no al revés.

Cuando diseñé el Parque El Arenal o la Terminal de Buses, no solo imaginé espacios, imaginé una ciudad que podía crecer sin perderse. Y cuando propuse la Nación Camba, no fue por capricho regionalista, sino porque creí —y sigo creyendo— que la verdadera unidad nacional nace del respeto a lo diverso.

No soy enemigo de Bolivia. Al contrario, soy su defensor más terco, pero de una Bolivia que se construya desde la inclusión de sus pueblos, no desde la imposición de un solo modelo, una sola historia o una sola voz.

Me han dicho de todo: marxista, masón, fascista, soñador. No me molesta. Sé lo que soy: un hombre que no pudo quedarse callado ante un país que merece más. Y si mis ideas incomodaron, fue porque tenían raíces.


¿Charlamos un rato?

Romiari reta/ Parlasiñani/ Parlakuy

Comments

  1. Para mí, lo que pensaba Sergio Antelo es clarito: Bolivia es de todos, y lo importante es respetar lo diferente.

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