A partir de entonces, elegí otro camino
para contribuir a la transformación social de mi patria: el desentrañamiento
teórico de nuestra realidad y nuestra historia. Me dediqué a analizar las
estructuras del poder y la ominosa dominación extranjera que mantenían a
Bolivia sumida en la pobreza y la humillación colonial. De esa labor surgieron
mis libros, mis ensayos, mis artículos, todos ellos una defensa apasionada del
destino propio de nuestra nación: El
petróleo en Bolivia, El poder y la
caída, Réquiem para una república,
y Para abrir el diálogo. Mi obra fue
honrada al ser incluida en la colección de las 200 obras bolivianas más
representativas de la Biblioteca del Bicentenario de Bolivia.
Mi visión autónoma de la realidad
boliviana me acercó a la Revolución Nacional, y asumí su defensa con fervor.
Sin embargo, jamás silencié mi juicio crítico sobre aquel proceso, ni me inhibí
de denunciar las capitulaciones de su conducción política.
La vida me arrebató prematuramente, a
los treinta y nueve años, en la madrugada del 11 de mayo de 1968, en La Paz,
víctima de las complicaciones de unas crueles úlceras gástricas.
Mi pensamiento siempre giró en torno a
la defensa de nuestros recursos naturales, como lo expresé en El petróleo en Bolivia: "La explotación
de las riquezas naturales por el capital monopolista no sólo representa para
los pueblos considerables pérdidas económicas, constituye también la injerencia
de sus asuntos internos. Comúnmente los privilegios de los consorcios
petroleros son logrados al precio del avasallamiento de la soberanía
nacional".
En El
poder y la caída, mi llamado fue a la construcción de una conciencia
nacional fuerte y obstinada, como la que surgió en las planicies mineras con
María Barzola: "La búsqueda de una nueva conciencia nacional, cuya fuerza
obstinada sea tan grande como la que alteró el curso de la historia en [las
planicies mineras de] María Barzola, no depende solamente de la investigación
del pasado. Hay un presente ante el cual los resultados de la praxis cuentan
más que el análisis teórico. La combinación de estos factores, y exclusivamente
ella, posibilitará el retorno al curso ascendente de la historia".
Incluso en el seno de la revolución,
advertí sobre los peligros de la claudicación, como escribí en Réquiem para una república: "La
revolución desde el gobierno también puede capitular con retrocesos lentos, a
veces imperceptibles. Una pulgada basta para separar un campo del otro. Se
puede ceder en esto o aquello, pero un punto lo cambia todo; a partir de él la
revolución estará perdida. Por esto suena falsa la proclamación de la
irreversibilidad de la historia cuando se confunde la totalidad del proceso con
una de sus áreas particulares".
Muy interesante, es muy astuto 💯
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